SUPERHEROÍNAS CON UNA GRAN MISIÓN



Pues no va y me suelta que siempre estoy cansada y que soy una sosa… Que cómo no se va a ir con otra si ya nunca hacemos el amor... Y para rematar, va y me suelta que se me está poniendo el culo gordo… Y no le doy un revés porque de verdad, estoy muy cansada. Me doy media vuelta y pienso: Si todas las mujeres del planeta nos pusiéramos de acuerdo… Pero hoy no... Hoy estoy tan cansada... Tan, tan cansada... Que me quedaba en la cama tan a gusto hasta que me doliera el trasero de estar tumbada. Luego me comía dos croissants recién hechos con mantequilla y mermelada. ¡A tomar por saco la dieta! Luego me iría a caminar, a tomar un café con las amigas y de compras. A gastar sin mirar el precio. A fundir la tarjeta de crédito. Luego cervecitas y unas tapas. Llego a casa. El lavavajillas hasta arriba, lo miro y no me importa. Directa al sofá y siesta de dos horas. A la tarde clase de yoga y té con miel. Reunión para hablar del viaje a la India que vamos a hacer. Regreso a casa: baño con espuma y sales aromáticas. Ceno una hamburguesa con patatas. Lectura en la cama hasta las tantas. Suspiro y pienso: Qué bonito es soñar… 

¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! Y no me estiro de los pelos porque me quedo calva. Es justo en ese momento donde da comienzo el día y acaba el maravilloso sueño, y  digo el mío, porque mi marido ronca y duerme a pierna suelta. María, vamos a dejarlo estar… Lo miro, respiro hondo y voy a la cocina. Preparo el desayuno para los niños: el que se toman y el que se llevan. Les ayudo a vestirse. Me visto. Me tomo el café y al coche. Dejo a uno en la parada del autobús, al otro, en la puerta de la guardería. Llego al trabajo veinte minutos tarde después de estar más de una hora en un atasco. Mi jefe me mira negando con la cabeza. Yo, me muerdo la lengua. Para almorzar una barrita energética. Por la tontería de engordar y eso… Termino a las tres. Recojo primero a uno y luego al otro. ¡Bendito comedor escolar! Llego a casa, meto algo rápido al cuerpo y los llevo a sus clases. Una a ballet, el otro, a kárate. Mientras tanto, voy a comprar tres cosas. El súper hasta arriba. Una caradura que se cuela. Gritos… ¡Qué paciencia! Merienda en el parque para que jueguen un rato y lleguen tranquilos. El pequeño es hiperactivo. Casa y deberes. Cena y baño. Mi marido, qué casualidad, tiene otra reunión… Ajá… Y termino de bañarlos y da comienzo la batalla. ¡Eso es mío! ¡Qué no! ¡Qué es mío! Le tira el pato a la cabeza y le hace daño. El otro le estira de los pelos. Yo al borde de un ataque de nervios. Castigo, gritos y a la cama. Me como algo rápido y grasiento y me meto en la cama con el respectivo remordimiento. Mañana peso medio kilo más… Aún los oigo… ¡A dormir! Se callan. Cojo el libro y me pongo a leer. Se me cierran los ojos. Oigo la puerta que se abre. “El hombre de la casa” viene con dos cervezas de más… Quiere fiesta. Le lanzo una mirada asesina y se va. Me pregunta que qué hay para cenar. Ni le contesto. Cierro los ojos y en un segundo estoy durmiendo. En media hora estoy otra vez despierta… Mi marido ronca como una locomotora. Así que… ¡Sí, estoy cansada! ¡Tremendamente cansada! Y hace como tres meses que no me depilo, y ¿sabes qué? Que si te vas con otra ni me importa. Y si engordo tres kilos pues tampoco. Entonces, me doy media vuelta y pienso: Si todas las mujeres del planeta nos pusiéramos de acuerdo… Si decidiéramos… que hasta aquí hemos llegado… ¿Os habéis parado a pensar qué pasaría si un día decidimos que basta ya, que no procreamos más?  

Es entonces cuando cierro los ojos y pienso que somos superheroínas con una gran misión. Que quien nos puso en el planeta Tierra sabía lo que se hacía. Así que cada vez que notes que tus fuerzas flaquean, piensa que tienes el mundo en tus manos. Piensa, que sin tu granito de arena, el mundo se detendría. Piensa, que eres grande, especial y tremendamente bella. 
¡A la M……. la dieta! 

Bv


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