Tanto, tanto quiero decirte, mi niño
-Reflexiones-
Mi niño, hay tantas cosas que quiero decirte
que me sorprende el silencio cuando pienso en contártelas. Me abruma la
sensación de asfixia al pensar en perderte y nunca volver a verte. Cierro los
ojos e intento imaginar cómo sería la vida sin ti, si no hubieras venido a este
mundo, entre gritos y empujones, en aquel hospital de mala muerte, de cuatro
habitaciones y olor nauseabundo. Intento imaginar qué sería de mí, dónde, cómo
y con quién estaría, qué vida llevaría… Y ¿sabes qué?, no puedo imaginarlo. No
puedo imaginar mi vida sin tu sonrisa, sin tu amor incondicional, tus
pataletas, tus abrazos; sin nuestras peleas constantes por hacer y deshacer
cosas, porque las hagas bien, porque termines lo que has empezado. Por esa
lucha de querer que seas buena persona, de que hagas el bien, de que tengas
respeto por el prójimo, de que ames a todo lo que te rodea con el corazón.
Porque ante todo, quiero que seas feliz. Que te enamores, que tu amor sea
correspondido, que ames y seas amado; que no te hieran, y que encajes los
golpes duros de la vida con valentía. Que cuando caigas, sepas levantarte con
la cabeza bien alta para empezar de nuevo con más fuerza.
Tomaré decisiones y me odiarás por ellas.
Algunas las entenderás, otras, tal vez nunca lo hagas. Pero quiero que sepas
que todo lo habré hecho por tu bien, y nada más que pensando en tu bienestar. Habré
podido equivocarme, si así fuera, ¡lo siento! Es tan, tan difícil, que en
muchos momentos me gustaría tener un libro de instrucciones para poder tomar la
decisión adecuada y no herirte. Lo último que quiero en esta vida es hacerte
daño; y solo espero que, si alguna vez te hiero, sepas perdonarme, ya que sin
tu perdón, me sería muy difícil seguir viviendo.
Ahora que tus alas comienzan a desplegarse,
me paro y pienso, ¡es tan fácil decir vuela,
y tan difícil dejarte volar…! Porque una vez que emprendas tu vuelo, ya nada
será lo mismo y una parte de mí morirá con tu ausencia. Sé que tarde o temprano
ese día llegará, el día en que ya no me necesites, en el que tendrás una
compañera que te cuide y, sobre todo, que te quiera. El día en que te
conviertas en un hombre hecho y derecho, con buenos valores; y espero que
entonces nunca niegues tu ayuda a las personas, si está en tus manos poder hacerlo.
Tantas y tantas cosas que una madre diría a
su hijo, que le dice en silencio, que grita a los cuatro vientos…
Tantas y tantas cosas… que desearíamos que
nunca crecierais, que siempre estuvieseis a nuestro lado para cantaros canciones, acunaros
y dormiros en nuestros brazos, protegeros y cuidaros.
Tanto, tanto, tanto se os quiere que, cuando
marcháis, una parte de nosotras muere.
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