El cuervo negro
-Relato-
Abrí los ojos de par en par y la habitación estaba en penumbras. Una extraña sensación me oprimía el pecho, no podía respirar.<< La alarma no ha sonado esta mañana>>. Miro el despertador y compruebo que aún faltan cuarenta minutos para que den las seis. Vuelvo a cerrarlos e intento conciliar el sueño de nuevo, pero no hay manera, y opto por tomarme un café en el jardín y contemplar el amanecer, quizás así lograra tranquilizarme.
Estaba inquieta, intranquila, otra vez esa extraña sensación de desasosiego que me oprimía el pecho y no lograba encontrar la raíz del porque de tanta ansiedad. Me quedé contemplando el cielo, todo a mi alrededor estaba en calma, tan sólo se oía el cantar de los pájaros en la copa de los pinos. Era un amanecer precioso.<<Un minuto más, me decía a mi misma. Un minuto más y me marcho a trabajar>>.
El revoloteo de un pájaro desvió mi mirada hacia la valla que separa mi casa del cementerio. Un enorme cuervo negro se había posado sobre ella.<<¡Dichoso sitio! Si tuviera los medios me marcharía de aquí>>. La casa era herencia de mis padres y mi único cobijo. Estaba muerta en vida en aquel lugar.
Aquel cuervo parecía querer decirme algo, pero tendría que esperar, ahora debía irme o llegaría tarde al trabajo. Entré en casa y dejé a aquel cuervo mirándome fijamente.<<¡No puedo, ahora no!>>. Tras mis palabras emprendió el vuelo. Me vestí apresuradamente y entré en el coche. Justo antes de que pudiera encender el motor, aquel cuervo apareció de nuevo, se posó en el capó y continuó mirándome.<<¡Endiablado pájaro!>>. Aquel comentario no pareció gustarle, se abalanzó sobre la luna del coche y empezó a picotearla. Aquello era de locos.<<¡Que demonios quieres de mi!>>
La luna empezaba a desquebrajarse. Salí del coche e intenté espantarlo, pero empezó a picotearme en la cabeza. Parecía querer matarme.<<¡Pero que te he hecho yo!>>
Justo cuando acabé la frase, emprendió el vuelo y quedó suspendido frente a mí, quería que lo siguiera.<<¡Está bien! ¡Está bien!>>. Comencé a andar tras él y acabé justo en el mismo punto dónde lo había visto por primera vez aquella mañana. Mis pies se pararon en seco. No quería entrar en aquel lugar, pero temía que si no lo hacía, aquel cuervo no me dejaría en paz. Iría, acabaría con todo esto y me marcharía al trabajo. Salté la valla y lo seguí por las calles del cementerio hasta que cesó su vuelo y se posó sobre una pequeña lápida que había en el suelo.<<¿Que intentas decirme?>>. Agudicé la vista y leí la inscripción de la lápida,<<Geremy Bat 2010 - 2012... un niño... pero que relación...>>
—Gemma, despierta. El médico está aquí.
—¡Geremy!
—Gemma... lo sentimos, no hemos podido hacer nada más por él.
—¡Que demonios está diciendo este señor! ¿Dónde estoy?
—Gemma yo... ayer tuviste un accidente de camino al trabajo y... estas viva de milagro. Nuestro hijo...
—¡Noooooooooooo!
B. V.
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